Los planes de BYD, fabricante chino de autos eléctricos, para establecer una planta en México se encuentran en suspenso debido a la incertidumbre generada por posibles aranceles impuestos por Estados Unidos. El gobierno chino ha retrasado la aprobación necesaria, citando preocupaciones sobre la proximidad de México a EE.UU. y el riesgo de transferencia tecnológica.
Aunque la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, afirmó que la inversión nunca fue formal, estados como Puebla, Jalisco y Nuevo León habían mostrado interés en albergar la planta, que prometía generar más de 10,000 empleos y una producción anual de 150,000 vehículos. Este caso refleja las complejidades de la guerra comercial entre China y EE.UU. y su impacto en las inversiones extranjeras, subrayando la necesidad de estrategias claras y acuerdos internacionales que fomenten la estabilidad económica y el desarrollo industrial.